Académicos UTEM analizan crimen organizado y seguridad humana en Chile

Autor: Daniela Arce V.|
Expertos y docentes del Diplomado en Seguridad Humana de la UTEM participan en charla organizada por el Programa de Estudio de Políticas Públicas.

Los cambios que ha vivido Chile en los últimos años nos posiciona en un lugar distinto en el mapa del narcotráfico nacional y de las organizaciones criminales transnacionales…Hay mercado criminal, que no conocíamos anteriormente, en distintas regiones del país”, expresa Roberto Lagos, cientista político y docente del Diplomado en Seguridad Humana de la UTEM, en la segunda jornada en Seguridad Humana vía streaming.

En la charla “Seguridad Humana y la Perspectiva del Crimen Organizado” -realizada este jueves 17 de noviembre- participan también Pilar Lizana, investigadora AthenaLab; Erik Marín Cuevas, psicólogo y docente y director del Diplomado en Seguridad Humana UTEM; y José Escobar Solimano, sociólogo, magíster en Gerencia Pública y docente en el Diplomado en Seguridad Humana.

Entre las principales características de la seguridad humana y el crimen organizado, Roberto Lagos explica que corresponde a una serie de delitos interconectados mediante grupos de personas que actúan de forma coordinada.

La Fiscalía de Chile y la Policía de Investigaciones distinguen entre organizaciones y bandas criminales. Mientras la primera la compone un grupo estructurado de personas con presencia internacional y que se mantiene en el tiempo cometiendo delitos. Las bandas criminales, que se han ido transformando durante este tiempo, tienen connotación nacional y quienes la integran suelen ir y venir.

En relación con esto, el docente UTEM subraya que en Chile existe un mercado criminal que se ha ido extendiendo. “Si bien los niveles de criminalidad son menores a otros países de la región, lo que nos posiciona con algo más de comodidad, este fenómeno está en alza y hay señales de gran preocupación”, comenta.

Mutación del crimen organizado

Existen ciertas condiciones que pueden jugar a favor de este tipo de organizaciones, especialmente en los campamentos, los que pueden convertirse en zonas de capturas para los grupos criminales. Según el “Catastro Nacional de Campamentos 2022” del Ministerio de Vivienda y Urbanismo junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el país existen 1.091 campamentos. Y según este documento, el 36% de sus habitantes son migrantes.

Además, explica Lagos, el crimen organizado ha mutado y actualmente es cada vez más difícil distinguirlo del terrorismo, que persigue un objetivo político o ideológico. De acuerdo con el Índice global de crimen organizado 2021, Chile ocupa el puesto 114, con una puntuación de 4,6, demostrando una baja criminalidad y alta resiliencia. Pese a esto, aclara Lagos, “esto refleja una realidad que no se hace cargo de lo que actualmente estamos viviendo”.

Lagos señala que para “el gobierno y la sociedad, la seguridad debe ser prioridad número uno. Se necesitan recursos y reformas para enfrentar esta realidad, además de robustecer las capacidades estratégicas del Estado”.

Sectores afectados

Pilar Lizana, en tanto, se refiere a los tres sectores económicos que están siendo seriamente afectados por grupos criminales organizados en el país: las industrias maderera y pesquera, junto con el robo de cables de cobre.

Habla sobre los factores que sirven de herramientas para desarrollar estos negocios ilegales, entre los que se identifica la debilidad institucional, la falta de recursos para fiscalizar y la vulnerabilidad social. También menciona aquellos que lo están condicionando y que son necesarias para el desarrollo criminal, como la tecnología, la infraestructura y el sistema financiero.

En el cobre y la madera existen economías paralelas que mueven mucho dinero y que impactan no sólo a las empresas, sino que también en la población”, indica la analista. Agrega que, si bien el robo de cables de cobre puede ser complicado para las personas, el asunto se vuelve más complejo cuando involucra la infraestructura crítica, como dejar a oscuras un hospital, afectando a muchas personas y representando pérdidas para las empresas en general e instituciones.

En este ámbito, la experta insiste en que “la debilidad institucional es clave para el desarrollo de estas actividades criminales, así como la dificultad y los recursos para fiscalizar”, y que por lo mismo es necesario conocer qué leyes tenemos y cómo se castigan estos delitos.

Límites físicos cada vez más simbólicos

Tanto Erik Marín como José Escobar, ambos docentes del Diplomado de Seguridad Humana, exponen sobre la percepción de criminalidad entre la población en general y aquellos que se encuentran en recintos penitenciarios.

De acuerdo con Escobar, “la violencia ha cambiado el contexto delictual y también nuestras percepciones. Por ejemplo, existen tres territorios que están interrelacionados: intramuro, extramuro y virtual”. Por lo que se observa que, en este contexto de cambio, los muros físicos se están desdibujando para dar paso a una relación directa entre lo que pasa al interior de las cárceles y el exterior.

Lagos agrega que “este fenómeno delictual está en profundo cambio, dado los niveles de violencia de las personas que están en prisión. Sabemos la dificultad que existe en resguardar la seguridad física y psicológica dentro de los recintos penitenciarios”, donde se registran altos niveles de violencia, riñas, agresiones y muertes.

Según el experto, “los delitos se dirigen, planifican y controlan desde los recintos”, por lo que debemos estar atentos a las señales que se observan en los barrios. Un ejemplo de esto son los narcomemoriales, símbolos que están siendo cada vez más cotidianos en el paisaje territorial. Y entonces, “las rivalidades surgen en la prisión o se trasladan a esta, presentándose una alta victimización y presencia de violencia criminalizada en los territorios”.

Dada esta realidad, es que apuntan a pesquisar lo que pasa en el sistema penitenciario, y así identificar si los homicidios son o no dirigidos desde las cárceles, monitorear las zonas de alta incidencia por tipo de delito e identificar los vínculos y redes que se están estableciendo. Después de todo, advierte Lagos, “los límites físicos de las cárceles son cada vez más simbólicos”.

Egidio Torres Contreras, director del Magíster en Gerencia Pública, enfatiza sobre lo crucial de analizar este tema y de la importancia de continuar haciendo charlas como ésta, en que académicos y especialistas analicen el actual escenario.

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